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Parque del Retiro

  • Foto del escritor: Jor Jiménez García
    Jor Jiménez García
  • 17 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

El Parque del Buen Retiro es el parque de 125 hectáreas más importante de Madrid desde su apertura al público en 1868. Sus orígenes datan alrededor del año 1630, cuando el Conde Duque de Olivares cedió a Felipe IV los terrenos que el duque Fernán Núñez le había regalado. Desde ese momento, la monarquía disfrutó exclusivamente de los jardines hasta que pasaron a ser de dominio público tras la revolución Gloriosa.

Debido a los destrozos provocados por la Guerra de la Independencia (1808-1814), su aspecto actual es resultado de intervenciones realizadas en los siglos XIX y XX, conservando trazados y elementos originales de los siglos XVII y XVIII.

Está protegido como Bien de Interés Cultural (BIC), figura legal que toda declaración de jardín histórico ostenta en la normativa española. Dentro de sus límites habitan más de 15.000 árboles representativos de 167 especies diferentes.

Hay cientos de rincones que visitar, donde disfrutar de la calma, la variedad de personas que lo pasean día a día, bromas de cámara oculta, recorridos en bicicleta y patines, magos, espectáculos de marionetas, músicos, lectores de manos, adivinos, dibujantes o videntes. Cualquier residente en Madrid desde bien pequeño lo ha paseado por lo menos más de 10 veces con su familia.

Presume del jardín de Vivaces, los jardines de Cecilio Rodríguez (jardines clasicistas con aires andaluces), los jardines del Arquitecto Herrero Palacios, la Rosaleda (colección de rosas) y el Parterre Francés con el Ciprés Calvo, el árbol más antiguo de Madrid, del que se dice que podría tener alrededor de 400 años.

En el estanque se pueden alquilar barcas de remos o hacer un pequeño tour colectivo. El Palacio de Cristal, construido en 1887 junto a al lago, fue inicialmente utilizado como invernadero, y ahora es la sede de muchas exposiciones temporales gratuitas, al igual que el Palacio de Velázquez.

Los shows de títeres y actores disfrazados de personajes infantiles deambulando por el parque son por antonomasia el mejor recuerdo de nuestra infancia de este parque.

En su día, el “Estanque Grande de El Retiro”, su nombre oficial, fue construido por Felipe IV para recrear en él batallas navales, en las que él mismo participaba.

Este lago artificial mide 280 metros de largo por 140 metros de ancho y tiene una profundidad de entre 60 centímetros y 1,80 metros. A pesar de no ser muy profundo, durante la época romántica fue escenario de numerosos intentos de suicidios.

En 2001, el Ayuntamiento de Madrid vació el estanque para solucionar un problema de pérdidas masivas de agua. En aquella ocasión, en el fondo, aparecieron 192 sillas, 40 barcas hundidas, 41 mesas, 20 papeleras, 9 bancos de madera, 3 contenedores de basura, 19 vallas del Ayuntamiento,50 teléfonos móviles, una máquina expendedora de chicles, varios carros de la compra, soportes de sombrillas, monopatines, una caja fuerte vacía, carteras o pares sueltos de zapatos entre otros. Lo cierto, es que, también se encontró a una carpa de 12 kg y de más de 1 metro de longitud, bautizada como “Margarita”.

En 2010, las obras del subsuelo del área de “las Estufas” permitieron descubrir dos túneles de ladrillo, de origen desconocido. Se sugiere que pudieran ser parte de las instalaciones de la Real Fábrica de Porcelana del reinado de Carlos III, del sistema defensivo de trincheras de las tropas napoleónicas o de la Guerra Civil.

Es un parque que nunca dejarás de conocer por mucho que lo visites.


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