Jardines de Sabatini
- Jor Jiménez García
- 6 abr 2017
- 2 Min. de lectura
Los Jardines de Sabatini conforman un gran jardín neoclásico acorde con el Palacio Real que los acompaña, han sustituido un espacio anteriormente degradado con los edificios de las caballerizas.
Se crearon en los años 30 y fueron aplazados durante la Segunda República. El Gobierno de la República ordenó la incautación de diferentes bienes del Patrimonio Real, entre ellos este, cediéndolo al Ayuntamiento de Madrid para poder levantar un parque público, por ello, se terminaron de construir tras la Guerra Civil, inaugurados en 1950.

Durante la construcción del nuevo Palacio de Oriente, los arquitectos que intervinieron, primero Sachetti y luego Sabatini, proyectaron jardines en el ángulo norte del Palacio. Estos nunca se llevaron a cabo, destinándose el espacio en su lugar donde, además de los animales, se guardaban las carrozas y coche. Actualmente, una fuente circular con tritones ocupa el punto de intersección de los dos grandes ejes del terreno, por ambas partes, se rodean de un arbolado de coníferas alineado.
Su carácter arquitectónico y clásico aumentó al disponerse en ellos, varias de las esculturas que estaban destinadas a decorar la cornisa del Palacio. Su privilegiada situación, los convierten en uno de los jardines más preciados y bellos del Madrid de los Austrias.
Siempre encontraremos parejas haciéndose selfies, modelos haciéndose books de fotos y vendedores de pulseras, souvenirs o palos selfie.
El jardín se divide en tres terrazas: la inferior, marcada por una gran lámina de agua a modo de espejo; la segunda, que forma un balcón sobre la primera donde la mayoría de visitantes realizan sus primeras fotografías y que, bajo un bosque de pinos, se extiende hacia la Cuesta de San Vicente; y la tercera, con un juego de viejos cedros.
Se puede visitar a lo largo del día, y a cualquier hora las imágenes y sensaciones que podremos obtener dentro de él serán siempre ejemplares. Las esculturas de mármol blanco son idílicas y cada una se muestra diferente a la anterior, representando a reyes y reinas de España.

Sí que es verdad que, al caer la noche, su ambiente lujoso y burgués contrasta paradójicamente con la multitud de sin techo que descansan en una de sus puertas pues no tienen lugar al que ir, mientras que el gran Palacio se mantiene vacío.
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