Parque Quinta de los Molinos
- Jor Jiménez García
- 3 abr 2017
- 3 Min. de lectura
El Parque Quinta de los Molinos está catalogado como Parque Histórico por el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid de 1997, debe su nombre a dos molinos traídos de Estados Unidos en 1920, para extraer agua de regadío. Está en plena calle Alcalá, al lado del metro de Suanzes.
El conde Torre Arias fue su primer propietario. Después, hacia 1920 pasó a manos del arquitecto alicantino César Cort Botí que era profesor de Urbanismo en la Escuela de Arquitectura, concejal del Ayuntamiento y, además, amigo de Arturo Soria.

Según los relatos oficiales, el núcleo originario de la finca de 25 hectáreas, fue el entorno del Palacete y la zona situada al norte del llamado Camino de Trancos. Jardines y plantaciones de frondosas se crearon con generosidad y suponen un paseo más que agradable para el espectador, las parejas enamoradas y los animales. El parque está dividido en dos zonas claramente diferenciadas: la zona norte con estilo romántico paisajista y la zona sur de carácter agrícola. Cerrado en la totalidad de su perímetro con cinco puertas de acceso, es seguro y una gran forma de pasar la mañana o la tarde.

En él encontraremos un circuito de running acoplado a una zona deportiva de peso corporal. La senda botánica se ve marcada por gran cantidad de especies (olivos, pinos, eucaliptos), aunque la estrella del parque son los almendros, que florecen en febrero y marzo, ofreciendo un fantástico espectáculo. Es una zona muy cuidada y vigilada durante la noche para evitar que las condiciones naturales se estropeen.
El acceso de perros sueltos es un lujo para sus dueños, que han convertido el lugar en su paseo diario. Las bicicletas han de circular únicamente por los paseos, no por las zonas de plantación y a una velocidad adecuada para no molestar al resto de los usuarios, convirtiéndolo en tranquilo y respetado.
En los alrededores de la Casa del Reloj se distribuyeron parcelas escalonadas de huertas y de producción de flores, y en el entorno del palacete otra serie de parcelas dedicadas unas a producción y otras a jardín ornamental, rodeadas por muretes y escaleras que separan las distintas zonas.
Uno de los últimos elementos construidos en el entorno del palacete fue la pista de tenis, rodeada con sendas y terrazas de césped, a modo de gradas para espectadores y un muro prerracionalista de contención en forma de arco en el extremo norte del mismo.
Además, el agua empleada para regar la finca procedía en el inicio de pozos y manantiales descubiertos a lo largo del proceso de formación de la Quinta, lo que dio lugar a la construcción de numerosas albercas y balsas para almacenamiento y distribución, y de fuentes que cumplían una doble función decorativa y de abastecimiento.

La transformación de la mitad sur se realizó mediante una división en cuarteles de distintas variedades de almendros, y la creación de caminos y paseos cuyas directrices vienen dadas por el marco de plantación de los almendros. Todos los bordes de los caminos y paseos fueron plantados con coníferas y frondosas, con el fin de proteger los cuarteles de almendros y de enmarcar estas vías de servicio. Los taludes laterales fueron marcados con arbustos de flor y con lirios.
Cada año a lo largo del mes de febrero, durante unas dos semanas, todos los almendros florecen como un claro indicativo de la llegada de la primavera climatológica, propiciando un paisaje de gran belleza que concentra a cientos de visitantes para disfrutar del mismo. Además, durante el verano, el parque acoge actividades culturales, como conciertos ligados a los Veranos de la Villa.
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